A los inconclusos, con amor
Por Rocío Fernández
El sábado 10 de julio se cumple 1 año de la muerte de Rosario Bléfari. A mi amiga Flavia, creo que la persona que conozco que más la extraña, se le ocurrió hacer una pequeña celebración leyendo poemas y cantando canciones en la rambla de los lobos donde Bléfari se toma un café con un canario y Armani en el papel de Silvia Prieto. A raíz de ese acontecimiento, al que aprovecho a invitar a les lectores [1], me puse a leer y escuchar entrevistas de Bléfari en youtube y llegué a una charla que se realizó en 2010 en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. El ciclo se llama Inconcluso y parte de una consigna muy simple y por eso genial que es invitar a personas de diferentes ámbitos a que cuenten proyectos que quedaron truncos. [2] Lo que cuenta Rosario lo voy a dejar para el fanzine que va a editar para la ocasión Lara Falconi (aunque pueden ir a verlos y reírse) pero me voy a quedar con otra cosa, una casualidad que me obligó a escribir este textito breve: y es que al lado de la sonrisa gigante de Bléfari, el otro invitado era Horacio González. Todes quienes alguna vez lo leímos pensamos estos días en él a raíz de su muerte y no fue raro del 22 a estos días estar scrolleando twitter o facebook y encontrarse con notas, fotos, anécdotas que lo recordaban para despedirlo. Sin embargo, no sé si porque estaba buscando otra cosa o porque estaba un poco distraída, pero me sorprendió por completo verlo ahí y reparar en que ya no estaba. Aprovechando lo fortuito del encuentro, y ya que estaba por almorzar, decidí que en vez de ver sólo el fragmento que había ido a buscar, extendería la pausa y escucharía también los proyectos inconclusos de Horacio.
Lo primero que dice es que no le gusta el concepto de lo inconcluso y que, por ende, se encuentra ante un problema porque justamente lo invitaron para que hable de eso. Todos ríen y él también. Confiesa que no sabe bien qué decir y entonces alega que un día en la vida de alguien puede pensarse como una sucesión de cosas inconclusas: comenta en esa línea que ese día a la mañana estuvo como 3 horas hablando con Carlos Heller y Martín Sabatella sobre la situación del país y no resolvieron nada, luego fue a TEA a grabar un monólogo de Enrique V para un programa de televisión que supuestamente va a salir en el futuro y de ahí a la Biblioteca Nacional a presentar una charla de un profesor haitiano sobre las víctimas del terremoto que azotó al país en enero de 2010. Afirma entonces que aferrarse al presente de la vida es aferrarse a todas esas actividades que no concluyen en nada, a lo que es, a lo que se tiene, sin importar si eso es mejorable o si se terminó, porque el presente es una capa espesa en la que conviven las astillas y los símbolos rotos del pasado y los auspicios del futuro; Horacio explica que el concepto mismo de lo inconcluso parte de una ilusión porque en realidad no hay nada que se pueda concluir y es por eso que prefiere antes que esa pregunta otra que se hacía cuando era chico sobre la posibilidad de vivir la vida de otro. Y ahí afirma algo que me pareció increíble de escuchar a días de su muerte que es que esa pregunta, la de si se puede vivir otra vida, llevó a las grandes filosofías a preguntarse sobre la transmigración de las almas y a pensar que la vida no se agota por la mera mortalidad de un cuerpo. Apostar al presente era también aprender a vivir con todos esos desdoblamientos, fantasmagorías y herencias que nos regalan las vidas inconclusas de los otros. En este punto, lo que se descubría era que ese desvío le servía a González para explicar que lo que no le gustaba no era el concepto en sí sino el tamiz negativo que se le solía atribuir porque para él lo inconcluso era una potencia en tanto permitía vivir y ser vivido por otros. Lo que queda sin terminar, lo que nos hace ruido por imperfecto, por problemático, por molesto, por incompleto, es lo que habilita la presencia también inconclusa del otro. Apostar salvajemente al presente, como repite varias veces en la charla, era, o mejor dicho, es entonces apostar a lo inconcluso como una forma política de pervivencia más allá de la muerte.
Pienso finalmente llegando a este punto del video de youtube si eso que le sucedió el 22 de junio fue entonces morir. Y me arriesgo a responder con el título de una nota que escribió por esos años el otro inconcluso de estos días, Juan Forn. ¿Morir? “Morir es otra cosa”[3].
NOTAS
[2] https://www.youtube.com/watch?v=rgE0qkvV7-I&ab_channel=CCEBA
[3] https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-120956-2009-03-05.html