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Danilo Devizia: animémonos a volar

Por Alejandro Frenkel

Culo, teta, pete, concha, pija, culo, teta, pete, concha, pija, culo, teta, pete, concha, pija. Disculpe por los improperios, caro lector. Soy muy influenciable diría, al punto que Alonso Quijano [1] no me va en zaga en lo mal lector que puedo llegar a ser. Confundo realidad y ficción muy fácilmente. Esto viene a cuento de que vi la película La herencia del tío Pepe, dirigida por Hugo Sofovich. Película coral [2] donde dos amigos buscan estafar a un grupo de sobrinos y familiares de un hombre supuestamente rico llamado Pepe, haciéndose pasar por abogados del testador. [3] El giro dramático, el momento que rompe y da pie a la maquinaria hugosofovichezca de culo, teta, pete, concha, pija, lo da la aparición de un personaje peculiar en el café en el que están los dos chantas, Miguel del Sel y Rodolfo Ranni. El personaje es interpretado por Danilo Devizia.  Es alto, con ropa dos talles más grandes que acentúa su falto de garbo y huesuda estructura.  Su pelo es negrísimo y engominado. Tiene algo de Lito Cruz, dirán algunas voces. Lo más interesante es su corte de rostro: afilado, anguloso, discepolín [4] a más no poder. Está borracho, quiere grapa y no tiene dinero, entonces descubre a Del Sel y a Ranni en una mesa. Se acerca, tambaleándose, arrastrándose como si su cuerpo fuese una bolsa de nylon con huesos. Pero nunca pierde el control, juega y le gusta hacerlo, y nosotros jugamos con él.  Del Sel y Ranni hablan, o más que hablar, mascullan o juntan sílabas, no lo sabemos, porque no nos importa, porque son idiotas sin amor. Danilo o su personaje, o él, o todo junto, nos invitan a seguirlo, a verlo jugar.  Parece que se cae, se apoya en Del Sel para no desbarrancar y algo de su luz arrastra a aquél, y en realidad a toda la escena.

 

Danilo sabe que cuando termine su participación tiene que ir a ensayar con Jorge Lavelli Seis personajes en busca de un autor. Trece años atrás, en 1985, su unipersonal Espiral de fuego fue un espectáculo de culto, cuando todavía no era nadie en la gran Ciudad. Contactos y gente de la pomada ayudaron a que Cecilia Rosetto y Emilio Alfaro lo convocaran para actuar en la obra El acompañante. Intenso, seductor, explosivo, provocador con su pública homosexualidad, hizo de todo: La zapatera prodigiosa, La malasangre, Sacco y Vanzetti, Galileo Galilei. Alezzo y Serrano terminaron puliendo su talento bruto y neto cuando lo cobijaron en los estertores de la dictadura en 1981. Venía de Necochea [5], donde nació él y su amor por la actuación.

 

Cuando está filmando aquella película, Danilo sabe que lo que por entonces ganaba apenas le alcanzaba para comer y pagarse el hotel; sabe que las playas necochenses eran rudas por los vientos y también por las dificultades para vivir del teatro; sabe que así como un papel extraviado origina una triste tragedia en Romeo y Julieta, la súbita aparición de un volante en la mano de un crítico teatral de Bs As cambia la fortuna: el tipo ve el show, le encanta y escribe una reseña elogiosa y esos tres verbos dan como resultado que la sala se llene, como se llena su raído bolsillo.

 

También sabe que no fue golpe del destino o del azar. Que alguien como él, que estuvo a punto de abrasar el sacerdocio en su juventud, se cansará de decir que “dios no juega los dados”. Ese reemplazo de la toga escolástica a la máscara teatral no es solo un cambio. "Lo más importante para mí es poder comunicarme con el público y conmoverlo. Todos los artistas tienen la misma aspiración, pero no todos alcanzan ese objetivo". Danilo sabe que los años de plomo en Necochea no fueron fáciles (¿en dónde lo fueron?), que la palabra de Dios y de Shakespeare en iglesias y teatros eran otras tantas formas de intentar cambiar la realidad. Sabe que con Perón y Trotsky se termina de hacer un menjunje penetrante e hipnótico. Y claro: inevitable. Danilo lo sabe y pone una carpa donde actúa junto con su grupo Desiderata 75 y artistas prohibidos como Mercedes Sosa y Horacio Guarany. "Soy parte de una generación a la que dispersaron, mutilaron y mataron. Mi generación perdió una guerra porque quiso cambiar la realidad", dirá alguna vez…

 

-¡Va de vuelta! –brama una voz bigotuda detrás de un monitor.

 

Uno de los extras hace mucho ruido y no sale bien el chiste entre Ranni y Del Sel [6]. Danilo se presta a hacer su psicotrópica participación. Sabe todo el recorrido que debe hacer en la escena. Pero no sabe que en el futuro solo actuará una vez más en una película homónima llamada Bajar es lo peor. No sabe que la enfermedad de los pulmones nuevamente se abrirá paso sin vuelta atrás. No sabe que volverá a Necochea como un hijo pródigo para quedarse con su familia sus últimos años de vida.

 

Danilo Devizia recibió el premio Ace a mejor actor de reparto en 1995, por su interpretación de Juan Sombra, en el Fausto de Pedro Orgambide. “Artistas argentinos, anímemonos a volar, o nos quedaremos haciendo muecas estúpidas eternamente” recitará agradecido.  

 

Danilo sabe que se animó.

[1] Imagino que las personas en el 1600 hablaban como escapadas de una obra de Lope de Vega: elocuentes, discretos, ingeniosos y divertidos. Y claro, en rima octosilábica. Si no, te echaban de  España.

[2] Actúan: el negro Álvarez, Florencia de la V, Gladys Florimonte, César Bertand, Fabián Gianola, M. F. Callejón, Alfonso Pícaro, Ana Acosta, Marcelo Mazzarello, Cárlos Sánchez, Béto César, y siguen…

[3] Copiado y pegado de Wikipedia. Me daba fiaca reformularlo.

[4] Devizia la rompe en la película Evita de Dezanzo haciendo de E. S. Discépolo.

[5] Perdón necochenses y quequenses, ¡pero cuánto viento que tienen! Quizás sea un mito, porque la verdad nunca estuve en esa hermosa ciudad, pero la gente comenta y quién soy yo para refutarla.

[6] El chiste en cuestión es: Tito: ¿Sufrís  del hígado? Cacho: No, ¿Por qué? Tito: Porque así me chupás los huevos.

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